Sintonía urgente

En el frente interno, el panorama deja mucho que desear por el reiterado y triste espectáculo de ilustres funcionarios

Publicado en portafolio.co

 

Un elemento fundamental para la gestión efectiva de cualquier Estado es la “gobernabilidad”. En términos del Banco Mundial existen tres conceptos básicos “para entender lo que genera una mejor o peor gobernanza: compromiso, coordinación y cooperación”. Cuando se carece de tales factores es muy difícil que se pueda avanzar por un camino seguro y firme en la concreción de las políticas públicas.

En Colombia se echan de menos los dos últimos ingredientes. Su ausencia hace presencia no solo en el campo externo del actuar del Gobierno, sino también en su interior.

A nivel del Congreso, en donde debe reflejarse la coordinación necesaria con los diferentes partidos políticos allí representados para sacar adelante sus proyectos bandera, se mantiene un escenario poco favorable.

A ello se suma la forma cómo superó las crisis originada por la moción de censura al saliente Ministro de Defensa, ya que persistió en la decisión de reintegrar el gabinete, limitando la participación a funcionarios extraidos del partido de Gobierno, sin aprovechar la coyuntura para convocar a otros sectores a un amplio compromiso en beneficio de los intereses nacionales.

Con esta manera de actuar, el Presidente continúa perdiendo de vista que no solo el exceso de votos con los cuales venció a su contendor en las urnas, sino una gran cantidad de los 10 millones obtenidos para llegar a la primera magistratura, correspondieron a ciudadanos que expresaron su decisión en contra del otro candidato y no en respaldo de su progama.

Es urgente por el bien del país que esta lectura sea reconocida, para que se puedan reorientar los programas de carácter social que están en mora de ser adoptados e implementados. A ello se suma la necesidad de poner en marcha una lucha frontal y efectiva contra la corrupción, una defensa férrea del agua (ejemplo Santurbán), impedir el fracking, pero sobre todo, cambiar la actitud frente a la implementación del Acuerdo de la Habana, disponiendo lo necesario para la reincorporación productiva de los excombatientes, garantizar su vida y la de los líderes sociales, y evitar la masacre gota a gota que viene ocurriendo y que recuerda el exterminio de la Unión Patriótica.

En el frente interno, el panorama deja mucho que desear por el reiterado y triste espectáculo de ilustres funcionarios: El embajador ante la OEA cuestionando al Ministro de Salud porque cumplía un mandato de la Corte Constitucional sobre el aborto; el Ministro de Hacienda insistiendo, en medio del paro nacional, en el desmonte del régimen de prima media en contra de lo manifestado por el presidente a través de su Ministra de Trabajo; el embajador ante EE. UU. junto con la nueva Ministra de Relaciones Exteriores descalificando públicamente al Departamento de Estado americano y denigrando de la gestión del nuevo Ministro de Defensa en su paso por su anterior trabajo.

El cuadro pareciera ser una parodia que hace homenaje a apartes de la canción de Celia Cruz: Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga…

Ya es hora que el liderazgo aparezca para poner orden al interior de la casa, crear espacios de concertación hacia afuera y ubicarse en sintonía con el país. La marcha y el cacerolazo del 21N no pueden ser ignorados. Se impone dar respuesta real a las múltiples necesidades con soluciones aplazadas de los colombianos, con seguridad mañana podría ser demasiado tarde.